Allí se encontraba tirado. Frágil, su cuerpo no daba más de sí, estaba exhausto y no podía continuar, pero su mente y su voluntad le decían justamente lo contrario, que no debía rendirse. Había conseguido mucho, perder en ese instante sería dar un paso atrás, arruinar todo lo que había construido. No, el momento de darse por vencido nunca se le volvería a pasar por la mente. Intentó por todos sus medios levantarse. Apoyó su pierna mientras el sudor frío le caía por la cabeza y mojaba el suelo. No podía ver bien, pero notaba a su rival mirándolo, por una parte sorprendido por su resistencia, y por otra decepcionado, habiendo esperado mucho más de su oponente. De esta manera, se le puso al nivel de sus ojos, demostrando que pasara lo que pasara seguiría levantándose, sin importar las veces que lo derribara, que nada ni nadie podría con él.
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