domingo, 21 de abril de 2013

En 150 Palabras (32): Jamás pretendas...

-Repasemos porqué estás sentado aquí. Yo, un pirado, hacía de "héroe en esta sociedad". He eliminado auténtica escoria, y no me refiero a esos ladronzuelos de los que te has encargado. Gente auténticamente corrupta, gente con poder, gente sin él pero que aun así han realizado acciones innombrables. Me he puesto a su nivel, para que nadie lo hiciera. Cuando me cansé, saliste tú como imitador, Justicia Enmascarada, ¿te gustaba ese nombre? ¿Hacerte el héroe incomprendido? Pues...bienvenido a las consecuencias pues yo soy un villano.Me metí de lleno en la mierda. Y debes saber una cosa, los auténticos villanos no pretenden serlo...

Cerró su monólogo con una carjada infernal. Mientras, el otro hombre, amordazado y atado a una silla, lloraba por sus crímenes, por haber intentado siquiera imitarlo. Solo se escuchó por último un rugido que se esfumó en la noche. No se volvió a saber nada de ellos.


martes, 16 de abril de 2013

En150 Palabras (31) : “El mayor logro del Diablo ha sido hacer creer a la gente que no existe”

Había una vez un anciano que volvía de trabajar de la fábrica. En su camino de regreso le pilló una tormenta. La calzada estaba cubierta de nieve, aun así iba andando como podía. Entonces observó un pequeño bulto que sobresalía de aquel blanco manto: era una serpiente. Estaba congelada. La recogió, la arropó como pudo con su abrigo y la llevó a su casa. Allí la calentó, la alimentó y durante meses la cuidó. Le enseñó a hablar y vivían aplaciblemente. Un día la serpiente se deslizó a su cama y le mordió. Tras el venenoso beso de la muerte, el hombre cayó envuelto de dolor al suelo.  Entre espasmos y lloros, cubierto de sudor, consiguió articular algunas palabras. Lo último que quería hacer era preguntarle a la serpiente:

-¿Por qué?  Te quise, te cuidé y te alimenté, ¿Por qué?…

La serpiente respondió:

-Estúpido viejo de mierda, soy una serpiente.



martes, 23 de agosto de 2011

En 750 (150x5) Palabras (30) : Nada existe realmente

De las pocas veces que haré una introducción, este, por ser la trigésima micronovela, será una Maxi de 750 palabras, 5 veces más para una historia más larga y que me venía rondando por la cabeza desde que leí a Unamuno y sus nívolas. Además, por ser una ocasión especial, he puesto dos canciones que me inspiraron para ella. Os dejo ya con el escrito, espero que lo disfrutéis.

Era medianoche. Paseaba por las calles de su ciudad. No tenía un objetivo fijo, simplemente andaba, seguía el rumbo que se marcara. Todas las casas estaban llenas de luces, llegando a parecer el cielo como si fuese de día. Bajo toda aquella tranquilidad, se preguntó el motivo de su acción. Pensó que no había sido motivada por él, porque momentos antes no existía, no recordaba nada de eso. Fuera lo que fuera alguien le había creado en ese instante. Eso le empezó a preocupar de una manera fascinante, así que se fue con esa duda existencial a su casa, y allí se echó a descansar sobre su cama, con los ojos abiertos. Decidió que tenía que dar con el significado de todo ello, así que buscando respuestas a estas incógnitas, se percató como podía oír una leve voz que narraba lo que sucedía. La explicación de todo aquello es que lo que contaba eran ideas de una mente perturbada, la de un escritor. Decidió hacerle una visita, así que atravesó la pantalla a través de la puerta de su casa y se lo encontró cara a cara. No era mucho más que una persona normal en un teclado. Se armó de valor e inició el diálogo.

-¿Quién diablos eres?-Preguntó el personaje.

-¿Yo? Una vulgar persona que te ha dado la mayor de las cualidades que se puede tener, el don de la vida, además de permitirte venir a mi mundo.

-Entonces explíqueme una cosa, ¿Cuál es el motivo de mi existencia? ¿Porqué estoy destinado a vagar por las calles sin sentido, a vivir una vida de martirios y a pasar por todas las penalidades que usted me mande a vivir?

-Debido a que quiero entretenerme, simple y llanamente.

Frente a aquella declaración, el personaje sintió miedo, un miedo como el que en su corta existencia había sufrido. Era un mensaje que dejaba claro su impotencia, el no poder decidir por sí mismo, el de estar anclado a las locuras que ese tipo creyera convenientes, incluso podría llegar a dejar de existir. Eso se tornó en una risa, una risa y un lloro para aliviar su afligida alma. Los calvarios que recordaba no existían, incluso él mismo no existía. Todo había sido sacado a partir de la cabeza de ese ser, que lo miraba de una manera despreocupada, como si no fuese nada interesante. Al mirar a sus dedos, vio que seguían escribiendo su historia, sus pensamientos, sus temores, aquello que no lo dejaba dormir. Abatido, huyó a su casa a sufrir su tormento, a limitarse a continuar una historia que aquel hombre le haría pasar. El escritor decidió darle un giro a la historia.

Se despertó al día siguiente, consciente de lo que había pasado. Aquello no era su vida, era una prolongación de lo que ese ser superior decía. Siguió andando por las calles, mirando el rostro a gente que no le echaban la más mínima cuenta. Es más, todos tenían unos ojos de absortos, de tener que desempeñar sus roles hasta el final. Hasta que se encontró con ella. Era otro personaje como él, pero no tenía aquella mirada sumida en sombras, era más natural. Para él era la perfección, una mujer que lo entendía, que lo quería y que, además, llegó a entender su situación cuando le contó lo que averiguó. En aquel instante se preguntó si incluso aquello era generado por el Ser. Creyó que no, que podía escapar a su control, así que pasó el tiempo hablando con ella, llegándola a amar aún más, sintiendo que su existencia se llenaba, que había más presencia suya de lo que jamás había podido soñar...

Así pasaron dos años, tras los cuales se hicieron amigos muy íntimos, y por fin, decidieron dar el siguiente paso y declararse su amor. Tras un apasionado día en su mundo, el personaje volvió a preguntarse por el escritor. Al darse media vuelta en su cama, donde se supone que debería haber estado Ella, no había nada. Corrió por el mundo buscándola, y al fin la encontró...sólo su nombre, en una lápida.

Tras llorar desconsoladamente, abrió la puerta y se encontró con el escritor. Nunca había existido, solo aquellos instantes con ella y ni siquiera eran suyos. Habían sido parte de su Obra. El Ser seguía mirándole con altanería, y, aunque aquello conllevara su suicidio, decidió matarlo allí mismo. Estaba seguro que aquello no era obra del Escritor, ya que no siguió escribiendo. No le preocupó de desaparecer, nunca nada existió de verdad...



domingo, 21 de agosto de 2011

En 150 Palabras (29): Escalera hacia el cielo.

Era de noche. Ahí estaba la luna, llena, esplendorosa, rebosante de luz, apaciguante, tan pacífica que iluminaría las almas de quienes la vieran, pero ese día, estaba oculta por nubes que se descargaban contra el suelo, en una nítida lluvia. En lo más profundo de un lago, había una chica atada con cadenas a unas rocas. Podía ver otra gente como ella, allí tranquilamente, encadenados, sin sufrir, solo existiendo allí al fondo. Mientras, se hizo un claro y la luz le llegó hasta allí. Pudo ver el poder de las gotas, colisionando contra la superficie, generando ondas. Los demás seguían absortos en su oscuridad, perdidos, desorientados, mas ella esperaba que aquella luz siguiera manteniendo la llama de su corazón, que aquellas gotas no la hirieran. Y sobre todo, liberarse de sus cadenas y poder atravesar aquel camino de luz, su deseo, esa escalera hacia el cielo desde aquel lúgubre lugar.

lunes, 18 de julio de 2011

En 150 Palabras (28): Por quien doblan las campanas

Tenía que huir. Era medianoche y se apresuraba, no quería dejar rastro. Era mejor así. De pronto, en medio de la estación, llegó un tren. No estaba previsto a esas horas. Bajó un revisor y preguntó si había alguien que quisiese montarse. Decidió que era la mejor solución. Justo cuando puso un pie en el tren, el viejo campanario abandonado empezó a sonar. Una vez dentro, no había nadie más que el hombre que le había invitado a entrar. Siguió mirando y le sorprendió que las ventanas no mostrasen nada, estaban en negro. Todas. le preguntaba incesantemente a aquella figura, pero esta no le respondió. Tras un lapso bastante largo de tiempo parado, esta emprendió la marcha hacia otro vagón. Tenía que seguirle, resolver el enigma. Abrió aquella puerta, y ahora sí, había algo...Sombras de gente de otro tiempo. Escuchó sonar las campanas. Ese fue el comienzo de su tortura.

domingo, 17 de julio de 2011

En 150 Palabras (27): Inestable

El mar lo había llevado allí. No podía creerlo. Lo que estaba viendo era una isla hecha completamente de arena. Parecía cosa de magia, era imposible que esos granitos se mantuvieran tomando esas formas. Había una gran variedad de fauna autóctona que era de ese mismo material también. Se movían. No entendía nada, le parecía el absurdo definitivo. Salió del agua empujado por las olas mientras se acercó a una palmera. La tocó y un coco cayó y se deshizo en el suelo. Siguiendo con esa locura, andó hacia dentro de la isla, y en lo más profundo había un castillo. Enorme, majestuoso, pero igualmente hecho de arena. Lo abrió y entró en el edificio con miedo, hasta que vió al fondo un cofre. Lo abrió y había una fortuna...de arena. Decidió poner sus manos sobre aquellas joyas, pero ese fue su error. Todo se derrumbó, sepultando su infinita codicia.

martes, 5 de julio de 2011

En 150 Palabras (26): No hay más horizontes que este...

Cuando el día moría para dar lugar a la noche, mientras a lo lejos un majestuoso cuervo danzaba en la plenitud de su libertad, un personaje solitario estaba en lo alto de una colina, al lado de un camino que la atravesaba, haciendo un hoyo. Ese hombre llevaba una gran gabardina y un sombrero que pronosticaban que nada bueno saldría de acercarse a él. Con su pala cavaba, y la gente cuando le preguntaba porqué lo hacía, el silencio era su respuesta. Un día, un periodista que había escuchado historias de este misterioso personaje, fue a preguntarle. Tomó el sendero sin dudarlo, y allí lo encontró, trabajando. El temor le invadió, se acercó y le preguntó a aquel ser. Este cesó su tarea, y le dirigió un mirada que lo dejó helado, tenía las cuencas vacías. Mientras, le respondió con voz gélida: “Para olvidar el futuro que te aguarda”.